Llevo un par de días pensando seriamente en ello. Aquel Lunes hacía justo una semana que todo había acabado definitivamente. Lo decidiste unilateralmente y creo que eso es lo que más me dolió, porque obviamente yo no te hubiera dejado hacerlo por muy egoísta que resultase por mi parte. Toda una vida juntos se había ido al traste. Algunos estuvieron de acuerdo contigo en que era mejor así, pero ellos no habían compartido con nosotros todos aquellos momentos. Ellos no te necesitaban tanto como yo. Durante aquella insufrible semana me centré en olvidarte siguiendo tus indicaciones. Tenía que superarlo rápido, porque pensar en tu ausencia consumía todas mis fuerzas, tal como habías predicho. Absolutamente todo me recordaba a ti: la tostadora, el sofá, la ventana de nuestra habitación, la farola de delante del colegio, la línea verde del metro… Incluso las estrellas, aunque suene cursi. Tanta pena me daba saber que no volvería a verte que dejé todo de lado en busca sin éxito de rincones de mi memoria vacíos de ti a los que poder agarrarme, lugares inertes, recovecos a salvo de tu embrujo. Por suerte me obligaste a deshacerme de prácticamente toda nuestra historia a medias: los discos, las fotos, la colección de entradas de teatro y la de los billetes de transporte de nuestras escapadas a solas, entre otros. Solo no hubiera sido capaz de semejante limpieza, así que acepta mi agradecimiento póstumo respecto a ese punto. Únicamente me dejaste los recuerdos y poca cosa más, pero lo primero es lo que más pesa, porque no se pueden quemar como el resto de cosas, ni siquiera tirarlos o -mejor- olvidarlos sin más. Y así es como acabé ligero de equipaje pero condenado a recordarte, porque hay cosas que no deberían recordarme a ti, pero lo hacen. Y aunque no era ese tu plan y me he esforzado al máximo en cumplir todas tus últimas voluntades -por ti y también por mí-, ese punto me supera y por ello siento haberte fallado.

Si es cierto que hay otro lado y que puedes verme desde allí, habrás observado como desde aquel Lunes que partí sin rumbo gracias a la ausencia de equipaje han pasado muchas cosas en mi vida. Supongo que te habrás fijado en que durante todo este año he dedicado cuerpo y alma a olvidarte, pero no lo he conseguido. Por ello, llevo un par de días pensando seriamente en cuál ha sido el problema. Porque ya no tuesto pan, para que no me salga como a ti te gustaba; ni tengo sofás en casa, para no verte descansando como si fueses una niña en aquellas poses raras que tanta gracia me hacían; el colegio más cercano está a unos tres kilómetros de aquí y procuro no pasar nunca por delante, porque tienen como en el nuestro una farola como aquella bajo la que nos dimos el primer beso; y, así, muchas cosas… Hasta este instante, ni siquiera me había atrevido a salir al balcón por la noche, para no echar de menos también aquel cielo estrellado tan increíble en el Shaam-e-Sarhad Village Resort. Y he aprendido tanto viajando y haciendo cosas nuevas gracias a que te empeñaste en que debía olvidarte, que por ello ahora te quiero más, pero no ha sido hasta hoy que me he dado cuenta. Estaba tan obsesionado con olvidarte que lo único que conseguí fue que cada gesto, cada cambio, cada objeto en mi camino quedasen unidos a tu recuerdo irremediablemente. Y hoy me he dado cuenta de que no es cuando te olvido, sino cuando te recuerdo que más feliz soy. Por eso, hoy he decidido no olvidarte. Porque si no te he olvidado ya es porque lo que realmente me duele es pensar que tengo que olvidarte, que ya no estás, y no es cierto, porque mientras todo me recuerde a ti siempre estarás conmigo y siempre te querré, y seré feliz justo como pedías.

 

– Eqhes DaBit –
– 16, septiembre, 2013 –
– Sant Carles de la Ràpita (España) –