El 11 de Diciembre de 2013, a las 14:15:16 exactamente, su novia cumplió 17 años. Una edad -digamos- ajetreada. Él, con los 18 ya cumplidos, le preparó una fiesta sorpresa que comenzó oficialmente a las 19 en punto de ese mismo día y con la que además celebraron sus 20 semanas juntos. A la fiesta fueron invitados sólo sus 21 mejores amigos. Durante el evento estos insistieron en un beso de boda que acabó durando 22 segundos compartiendo escenario con manos escurridizas, culos, espaldas y cogotes. Concluyó con una gran ovación del público. Dos de los amigos más mayores, de 23 y 24 años respectivamente, sintieron cierta envidia de la escena y plagiaron el momento sólo 25 segundos más tarde con algo más de discreción. 26 minutos después de repartir la tarta la gente comenzó a dejar la fiesta privada en favor de entornos más ruidosos y multitudinarios. Ganó la partida el «27 Club», un local de ambiente roquero que tomó su nombre de una lista de 27 músicos populares de ese género que fallecieron todos a los 27 años de edad. El dueño, de 28 años, solía quejarse de que le dolía no haber muerto a la misma edad que sus ídolos y que su bar debía ser la forma de mantenerlos vivos hasta que a él le tocase su turno. 29 chupitos a medias más tarde la pareja volvió tambaleándose a sus casas. Por el camino, mientras todavía circulaban juntos, a la altura del número 30 de la Calle de San Quintín se encontraron un candado con su llave. Un tanto adictos al romanticismo de novela, entendieron que se trataba de una señal divina. Así pues, decidieron posponer su vuelta a casa y dirigirse antes al puente de los enamorados de su pueblo con el candado que habían encontrado. No era el puente más famoso del mundo para esos menesteres, pero podían contarse ya 31 candados que deberían simbolizar, salvo error, otras tantas parejas engatusadas por las flechas de Cupido. A cuatro manos colgaron el candado número 32, que simbolizaría su amor eterno. Desgraciadamente no pudieron escribir sus nombres o sus iniciales en el mismo como mandaba la tradición porque no tenían con qué, pero sabrían siempre que ese era el suyo porqué era el único con una gran inscripción que rezaba «33» en una de sus caras. Se dio la casualidad, además, de que, según un libro sobre numerología que habían leído hacía poco, el 33 representa -entre otras cosas- el ideal del amor en su más pura expresión, esto es, no sólo el amor a las personas de su entorno, sino el que abarca a todos los seres humanos. El amor que significa entrega, sacrificio y compasión. No podía ser todo más especial aquel día. Concluida la nota romántica continuaron su vuelta a casa. Pero habiendo caminado sólo 34 pasos un vehículo que circulaba a 35km/hora les atropelló en medio de un paso de peatones tras saltarse el semáforo en rojo. Tan absortos iban el uno pendiente del otro, tan metidos en sus papeles de protagonistas de una comedia romántica, que ni siquiera intuyeron lo que se les venía encima. La ambulancia llegó 36 minutos después del accidente, pero no hubiera cambiado nada el echo de que hubiera aparecido antes, pues ambos murieron al instante tras golpearse las cabezas en la caída. El causante del accidente, de 37 años y vecino de la localidad, al parecer se había dormido al volante y no le dio tiempo a frenar. Profundamente triste, el improvisado asesino pidió perdón a los fallecidos hasta 38 veces seguidas mientras al mismo tiempo lloraba desconsoladamente e intentaba resucitarlos inútilmente. La patrulla 6151 de la policía llegó poco después que la ambulancia. Dos agentes arrestaron al conductor del vehículo que fue acusado de homicidio y encarcelado varios años. Ese hombre vivió 41 años más después del accidente. Los últimos 31 años vivió en un pueblo a 21 kilómetros de donde le arrestaron. No obstante, eso no le impidió acudir al lugar de los hechos cada año sin excepción en la misma fecha a depositar un ramo de 11 rosas blancas en recuerdo de los dos muchachos. Murió allí mismo de un ataque al corazón tras concluir su última entrega.

 

– Eqhes DaBit –
– 14, diciembre, 2013 –
– Sant Carles de la Ràpita (España) –